sábado, 1 de febrero de 2014

Los sacerdotes y los Templos

Los sacerdotes eran las personas que se habían entrenado para llevar a cabo los rituales, los sacrificios y ceremonias públicas y privadas. Actuaban durante los festivales públicos entonando los himnos, transportando la barca del dios y muchas otras actividades más, dentro y fuera del templo.
Los sacerdotes más importantes eran elegidos por el faraón, a quién sustituían para celebrar el culto diario.
El rey los elegía por sus conocimientos de religión, medicina y astronomía.
El resto, se sucedían de padres a hijos y cumplían muchas tareas; alimentar a los dioses, limpiar el templo, llevar la barca del dios los días festivos...
Algunos, leían los textos sagrados, los sacerdotes astrónomos debían calcular la hora de los rituales.
Los sacerdotes seguían unas normas de convivencia y aseo muy estrictas.
Se lavaban con agua del lago sagrado, que estaba junto al templo.
Se afeitaban la cabeza y se depilaban el cuerpo para ser puros, llevaban vestidos de lino, el tejido considerado más puro y el sacerdote principal usaba túnicas especiales y pieles de leopardo.
Formaban equipos al servicio del dios, vivían en los templos un mes y luego volvían con sus familias hasta el siguiente servicio.

El templo egipcio es un lugar para la divinidad y por lo tanto se puede considerar como "el gran palacio" de la divinidad. 
El faraón, los sacerdotes y algunos status de la sociedad son los únicos que tienen acceso a él, y generalmente de manera restringida.
El templo egipcio representaba la "Residencia Divina", por este motivo, tanto la elección del lugar en donde se erigirían así como su orientación, eran elementos fundamentales antes de comenzar su construcción.
Los templos del antiguo Egipto dejaron un legado arquitectónico de gran belleza. 
En esta sociedad había tres clases que gozaban de privilegios: la realeza, los funcionarios y los sacerdotes. La importancia social del clero no sólo deriva del hecho de ser la clase consagrada a los ritos religiosos o por dedicar su vida a los dioses, sino también por ser grandes propietarios de tierras, gracias a las donaciones que el faraón hacía a los templos. 
A lo largo del Nilo hubo multitud de templos, dedicados a divinidades locales.
El faraón era el Sumo Sacerdote, algo así como la encarnación viviente del dios. 
Algunos de los templos más importantes los podemos ver a continuación.



El ritual diario que los sacerdotes llevaban a cabo incluía, básicamente, 3 grupos de actos diferentes: Las ceremonias preliminares, el despertar y atavío del dios, y la comida. El faraón, o, en la mayoría de los casos, el sacerdote encargado por él, se purificaba y ahuyentaba las malas influencias con fuego e incienso, en las dependencias destinadas a tal efecto, para posteriormente acceder a la capilla en la que se encontraba el dios rompiendo el sello de la puerta. Una vez dentro se postraba ante la imagen divina entonando alabanzas o himnos específicos. Tras esto se limpiaba la estatua con ungüentos y productos preparados en una de las salas, se le vestía y adornaba con los objetos reales y divinos, se le aplicaban los cosméticos oportunos al rostro y por último se le servía la comida, con gran cantidad de alimentos. La comida podía llevarse a cabo hasta 4 veces, según los 4 puntos cardinales, para que el dios pudiese alimentarse en cualquier punto del Universo. Tras retirar las ofrendas se volvía a sellar la puerta hasta el nuevo ritual. Estos se celebraban 3 veces al día, si bien el primero, el del amanecer era el más importante.



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